Che Guevara: 79 años, pero todavía un hombre nuevo

“Ya estoy listo”, dice Ernesto Che Guevara luego de prender su habano, habiéndome ofrecido uno previamente. Con sus setenta y nueve años, se lo ve muy relajado y cálido, aunque algo nostálgico. Pasaron cuarenta años de aquél trunco intento de instalar una guerrilla en Bolivia que pudiera irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay. Aquella travesía por Bolivia, que casi le cuesta la vida, lo obligó a refugiarse en Cuba. Desde allí, habla desde sus impresiones sobre la Argentina hasta su reciente eliminación del programa televiso El gen argentino.

¿Siente que es un reconocimiento haber llegado a la final de El gen argentino luego de superar a figuras tan emblemáticas como la de Evita?
Aquí lo que hace falta no son homenajes, sino trabajo. En cuanto a los honores, se los agradezco, pero les voy a responder en francés, que es más delicado, para no ofenderlos: Les Honneurs,ca m´emmerde! (N.E los honores son una mierda).
Uno de los principales argumentos en su contra fue sostener que usted no había hecho mucho por la Argentina
Si no he podido llevar la revolución a la Argentina no ha sido por una decisión propia. Sólo hace falta leer los libros de historia para darse cuenta de lo equivocados que están quienes sostienen esa idea. Por otro lado, debo reconocer que me he sentido guatemalteco en Guatemala, mexicano en México, peruano en Perú, como me siento cubano en Cuba y, naturalmente, me siento argentino en todos lados. Así soy yo, no puedo olvidar el mate y el asado. En verdad, me siento patriota de América Latina, de cualquier país de América Latina, en el modo más absoluto. Si fuera necesario, estaría dispuesto a dar mi vida por la liberación de cualquier país latinoamericano, sin pedir nada a nadie, ni siquiera un mensaje de texto a favor para ganar en un programa de televisión.
También argumentaron que usted era sólo un violento
Otro argumento sin sentido ni sustento. Durante mi juventud, llevé a cabo una revolución, no podía pedir permiso. Lo que hay que entender es que la violencia no es monopolio único de los explotadores, por lo tanto los explotados la pueden usar también, siempre y cuando las circunstancias lo permitan y los fines lo valgan.
En Bailando por un sueño, el programa que compite con El gen, está Matías Alé, y algunos dicen que se parece bastante a usted. ¿Lo conoce?
No lo conozco, pero siempre es bueno saber que hay personas que siguen luchando por sus ideales, sin retroceder ni ceder ante aquellos que nos tratan de locos y utópicos. Me alegro por él y por lo que pueda hacer. Puede ser que no seamos familiares, pero si es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros y eso es lo más importante.
Le pido disculpas, no fui claro. Sólo se parece físicamente. Sobretodo por la mañana, cuando no está afeitado...
Ah bueno, en ese caso le pediré el teléfono, siempre es bueno tener un doble para las escenas de riesgo... (risas)
Alé no será un revolucionario, pero está casado con una de las mujeres más lindas del país…
Comprendo. Bueno, yo siempre he sostenido que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor…
A pocos días de las elecciones a presidente en Argentina, ¿cómo ve a los candidatos?
Tengo la sensación de que los candidatos son sólo nombres, sin proyectos colectivos. El individualismo, entendido como acción de una sola persona, debe desaparecer. El individualismo debe ser la realización completa de las capacidades de todo un individuo en beneficio absoluto de una comunidad. Se lo digo yo, que a pesar de haber sido bautizado como el Che, la gente sabe quien perfectamente quién es y qué hizo Ernesto Guevara. En la Argentina lograron instalar la idea del individualismo al plantear una especie de complicidad, pero es sólo una máscara de la propaganda política. Los candidatos creen que están cerca del pueblo por el simple hecho de ser llamados por su nombre de pila. Mauricio, Gabriela, Cristina. ¿Cómo puede ser?
¿Qué postura tendrían que adoptar?
Lo que tienen que practicar hoy es la solidaridad. No deben acercarse al pueblo para decir: “Aquí estamos. Venimos a darte claridad de nuestra presencia, a demostrarte tus errores, tu incultura, tu falta de conocimientos elementales”. Deben ir con afán investigativo, y sobretodo con espíritu humilde, a aprender de la gran fuente de sabiduría que es el pueblo.
Quizás algunos jefes de campaña estarán agradecidos después de leer esta entrevista…
No lo creo, no se olvide que perdí en el programa de televisión (risas). En realidad el pueblo sabe que todo lo previo a una elección es una puesta en escena para posicionarse mejor. Lo importante es que quien aspire a ser dirigente tiene que poder exponerse, someterse, al veredicto de las masas, y tener confianza de que ha sido elegido porque es el mejor entre los buenos, por su trabajo y por su espíritu.
¿Cuál cree que es el mayor problema en la Argentina?
Sinceramente, no puedo comprender por qué la prensa le da tanta importancia a algunos temas menores. No se trata de qué tan caro esté el kilogramo de tomate o de calabaza, o de cuántas veces por año pueda ir alguien a pasearse por la playa, ni de cuantas bellezas que vienen del exterior puedan comprarse con los planes trabajar que cobra el pueblo. Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad. Si eso no se tiene, entonces no importa nada. Hay que luchar por eso y para ello hay que tomar posiciones. No tengo dudas de que el mayor problema para un pueblo, es la despolitización de sus ciudadanos.

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(N.E.: El título de esta nota es en referencia a la teoría marxista que expresaba que para lograr un mundo nuevo, primero se necesitaria de un hombre nuevo. Una expresión muy utilizada por los años 60).