lunes, 22 de octubre de 2007

Domingo Faustino Sarmiento, %100 Polémico

Domingo F. Sarmiento fue de todo: escritor, periodista, Presidente de los argentinos (1868-1874), estadista y educador. Fundó un diario en San Juan, su provincia natal, e incursionó en nuevos géneros literarios. Es recordado por esas grandes obras y también por otras grandes atrocidades, como aquel consejo que dio a un general durante la Conquista del Desierto: “no escatime sangre de gaucho”. Ahora que lo tengo frente a mí, gracias a la gentileza que tuvo el Eternauta de pasearlo por el tiempo y nuestras arenas políticas, quiero preguntarle qué piensa de la Argentina made in 2001.

¿Imaginaste alguna vez como serían estas tierras en el siglo 21?
Cuando escribía una serie de artículos periodísticos para derrocar a Rosas, o cuando debatía con Alberdi y otros intelectuales sobre cómo construir la Nación Argentina, estaba seguro de que alcanzaríamos la gloria. Como Presidente pasé de la teoría a la práctica, y eso me destruyó. Descubrí que la voluntad de una sola persona no alcanza para modificar toda una estructura, y quedé herido, mi función en esa sociedad era irrelevante. Aún así, aunque no podía modificar muchos vicios de esos primeros argentinos, estuve convencido de nuestra futura grandeza. Sólo eso.
¿Qué sentiste cuando viste con tus ojos el devenir de la Argentina que ayudaste a fundar?
Lo que más sentí fue sorpresa y curiosidad, quería averiguar más. Ahora siento impotencia. Ya no quiero volver a mi tiempo, ¿Para qué? Yo no puedo hacer nada, aunque vuelva esto no va a cambiar, encontré cosas buenas, latentes, pero las relaciones de poder están corrompidas, y cada individuo no está dispuesto a sacrificar nada por cambiarlas. Es propio de esta sociedad, quejarse, lavarse las manos, pero no actuar. 2001 ya pasó, todo sigue igual o peor, la gente volvió a su apatía. Un líder sin pueblo no genera cambios. Antes yo podía educar a la gente, pero ¿ahora quién me dejaría hacerlo? ¿Los que se llaman peronistas y se roban hasta el presente de sus argentinos?¿Los radicales que no pueden terminar ningún mandato?¿Los multimedios que desinforman a la gente interesada pero ingenua?¿O quizás un futuro presidente como Marcelo Tinelli que mide bien en las encuestas, pero estupidiza al pueblo con sus bailes de caños, patines y sueños? Educar significa formar, introducir valores y proyectos. Los que tienen el poder no lo van a entregar por sí mismos, y los que lo tienen que tomar no están en condición de imaginar siquiera como hacerlo. Es sorprendente como el poder se utiliza mezquinamente y no busca lo espiritual. Es un poder ciego y tecnológico, un poder que satisface el instinto pero que no tiene nada de moral. Ya no sueño con cambiar el mundo, sino a mí mismo.

No hay comentarios.: